Una casa que llama
En un mundo donde la magia es reconocida, una mujer solitaria entre sus cuarenta años es una persona inusual de energía. Con los años aprendió a tener control de su poder. Aunque ella recuerda que cuando era joven, tenía fragmentos de vivencias como si fueran sueños. No era más que su poder manifestándose, irreal para ella, pero congruente en esta tierra.
Hay días en los que reconoce la energía externa alineada como espejos entre ellos, los astros que irradian la luz reflejada. Ya lo presentía, era buen momento de viajar por un portal. Para ello requiere precisar energía estable en su cuerpo y en el mundo, pues si alguno de esos elementos pasa desapercibido, los viajes terminan inconstantes, lo mejor que puede pasar es que rebote la energía al vacío. Con el tiempo, ha podido estudiar esos fenómenos y sabe cuándo es momento de viajar en un portal.
Los portales son muy singulares, no cualquiera sabe utilizarlos, todxs lo saben. Los portales eligen a las personas para ocuparlos, así es como se mantienen con vida, con vida digna, si se usan con sabiduría. Se mantienen vivos con la energía de las personas por eso la importancia de saber utilizarlos, porque así como el hongo, existe por la vida de otros y al mismo tiempo, es capaz de deborarlos.
Se prepara para el viaje, pues es una elegida. No sabe a dónde irá, pero está segura que conocerá un nuevo lugar sin que su cuerpo sienta el movimiento. Enuncia las palabras al viento:
El horizonte que me aguarda lo recibo en el silencio.
Abre los ojos, está recostada sobre arena, pero algo la mantiene alerta. Mueve su cuerpo de costado sin levantar la cabeza con las palmas en el suelo, mueve el ojo en toda su extensión para analizar el terreno. Observa que es la plaza vacía de una ciudad, los muros están pintados de gris, el día es frío, pero reflejan el color dorado del sol. La arena en la que yace es un arenero infantil casi del tamaño de su cuerpo. Se levanta extendiendo los codos, sigue observando. Sabe que está en ese lugar porque la llamaron, sin embargo, no sabe quién y menos el por qué, pero no deja de pensar que hay peligro. A lo lejos, ve llegar una manada de cuatro perros salvajes de diferentes tamaños. La olfatean, ella conoce el lenguaje de los canes y entiende que los perros no están sorprendidos de verla, la reconocen, la saludan con el olfateo y los ojos fijos, pero calmados. Después del saludo siguen su camino y ella los sigue con la mirada dudando si la están guiando, pero hacia la dirección a donde se fueron se percata de una casa que la observa, es ella quien la ha llamado.
Todo a su alrededor es color arena, color dorado, como un desierto. Se levanta y camina al frente de su puerta. Está segura de que algo va a suceder, algo que quizá la quiera sorprender, pero ella está preparada. Confía en que llegó en un momento correcto y que su energía no puede ser alterada. La energía de esa casa es como un profundo hechizo, pero no más fuerte que ella. Sabe que existe una razón del porque está ahí, aunque aún no sepa cuál es. Comprende la naturaleza del portal al fin, la similitud. Reconoce la magia de esa casa en el pasado, magia de otras casas que llegó a visitar en un momento de su vida.
¡Se abre la puerta de golpe!
No puede evitar ver su interior, ya está al frente de la entrada. Sin mover los pies estira el cuello para ver en su interior, observa que a la izquierda hay un muro y a la derecha un pasillo largo con todos los espacios conectados. La cocina con la sala y el cuarto, tal como una casa maya, pensó.
Bueno, miró suficiente y corroboró lo que presintió. No sabía por qué razón es que esa magia la llamó, pero entendió que era como la abertura de la planta carnívora que la atrae, así que bajó la cabeza sin mirar más dentro de ella, protegió su mano izquierda y con ella cerró la puerta. Con respiración profunda y lenta, exhaló y baja la voz enunció:
Respeto al partir, suelto con ligereza.
Era una magia que buscaba anclarse, no sintió que fuera a hacerle daño, solo quería hacerse presente.
-Es probable que mi cuerpo, visite este lugar -pensó, y así abrió los ojos, así llegó.
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